El nuevo

No recuerdo cómo lo hacíamos hasta entonces, pero sí el momento en que apareció el nuevo electrodoméstico. Un día, mi madre vino a recogerme al colegio en coche, y allí estaba él, muy quietecito, ocupando uno de los asientos traseros del coche -el contiguo al mío-. Era muy cuadriculado y decían que no se le podía mirar a la cara mientras funcionaba. Años más tarde, aquel primer microondas se quemó a lo bonzo, triste por haber sido relegado a un piso donde se le alimentaba principalmente de congelados. Aquello desencadenó, eso sí, una oleada de solidaridad doméstica. Entre los actos más vandálicos cabe destacar el descuajaringamiento del mango de la ducha y la huelga de centrifugado de la lavadora, ambas protestas premeditadamente llevadas a cabo en horas punta de la actividad doméstica.

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