Jinete sin cabeza, jinete como un niño buscando entre rastrojos llaves recién cortadas, víboras seductoras, desastres suntuosos, navíos para tierra lentamente de carne, de carne hasta morir igual que muere un hombre. A lo lejos una hoguera transforma en ceniza recuerdos, noches como una sola estrella, sangre extraviada por las venas un día, furia color de amor, amor color de olvido, aptos ya solamente para triste buhardilla. Lejos canta el oeste, aquel oeste que las manos antaño creyeron apresar como el aire a la luna; mas la luna es madera, las manos se liquidan gota a gota idénticas a lágrimas Olvidemos pues todo, incluso al mismo oeste; olvidemos que un día las miradas de ahora lucirán a la noche, como tantos amantes, sobre el lejano oeste, sobre amor más lejano. Luis Cernuda (España-1902) De “Un río, un amor”
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